¿Se puede tener alergia a la anestesia?
La anestesia es un tratamiento médico que, mediante el empleo de medicamentos, evita que los pacientes sientan dolor durante procedimientos como una cirugía, ciertas pruebas de detección y diagnóstico, extracción de muestras de tejido (por ejemplo, biopsias de la piel) y tratamientos dentales. Estos medicamentos se denominan anestésicos, y pueden administrarse mediante inyecciones, inhalación, loción tópica, aerosol, gotas para los ojos o parches cutáneos.
Es decir, se trata de que las intervenciones sean lo más indoloras posible y que el paciente no sufra, por lo que los anestésicos se emplean tanto en intervenciones mayores como menores. Incluso se aplican en ocasiones en las que el paciente tiene algún tipo de reparo o aversión al procedimiento médico, para asegurar su colaboración y su tranquilidad.
Hay varios tipos de anestesias, local (adormece una pequeña parte del cuerpo), regional (para áreas más grandes del cuerpo, como un brazo, una pierna o todo lo que esté debajo de la cintura) y general, que afecta a todo el cuerpo y deja al paciente inconsciente e incapaz de moverse o reaccionar.
La anestesia es una combinación de varios medicamentos, y no siempre es la misma, pues varía en función de cada caso, por lo que según la Sociedad Española de Anestesiología (SEDAR) no se puede hablar de una alergia a la anestesia, sino más bien a alguno de sus componentes.
Las reacciones alérgicas a la anestesia general pueden ocurrir durante o después de la cirugía.
Es una reacción más habitual de lo que creemos, por lo que es frecuente realizar pruebas con anterioridad a las intervenciones, por lo que es aconsejable que en las consultas de preanestesia los pacientes presenten su historial completo de reacciones previas alérgicas, no solo a fármacos, sino a cualquier otra sustancia o a diversos alimentos. Es muy habitual que pacientes con alergia al kiwi o a los frutos secos tengan también una alergia al látex de los guantes de quirófano
Los síntomas más destacables de dicha alergia se presentan como urticarias, problemas respiratorios, trastornos digestivos, cambios de frecuencia cardíaca e incluso pérdida de conocimiento. En caso de detectarse una reacción en la cirugía, el protocolo es interrumpir la administración de la anestesia y dar al paciente oxígeno al 100% para limpiar sus vías. También se puede prescribir una dosis de adrenalina, medicamentos antihistamínicos, hidrocortisona, etc.
Es indispensable valorar a cada uno de los pacientes como si fueran únicos, que lo son, para poder ofrecerles unos tratamientos a medida y personalizados, y elegir la opción más indicada para cada caso.