¿Existe el lifting sin cirugía?
Muchas personas quieren disfrutar de una apariencia más joven sin necesidad de pasar por el quirófano. Tener un rostro terso, sin arrugas ni pliegues o manchas. No todo el mundo quiere pasar un postoperatorio o puede dedicar un determinado tiempo a la recuperación. Y para conseguirlo la medicina estética aplica distintas soluciones, como la radiofrecuencia o el lifting con láser. Estos tratamientos se recomiendan especialmente para pacientes más jóvenes, entre 40 y 60 años de edad, ya sean hombres o mujeres.
Con un lifting no quirúrgico se puede perfeccionar el aspecto del cuello, elevar las mejillas, resaltar el perfil de la mandíbula, atajar las patas de gallo, elevar las cejas… Empleado en distintas zonas de cuerpo consigue mejorar la flacidez en brazos, piernas y glúteos o rejuvenecer la piel las de manos, entre otras aplicaciones.
Con la radiofrecuencia se consigue calentar el colágeno presente en las capas profundas de la piel y de este modo estimular la producción de nuevas células y del tejido subyacente. Así se logra una apariencia más lisa con líneas y arrugas menos finas. Es un proceso indoloro que precisa de una a tres sesiones de unos 15 minutos, seguidas de un tratamiento extra realizado una vez al año para mantener los resultados logrados. Se recomienda para tensar zonas como el arco mandibular, párpados, cuello, escote… Se obtiene una retracción de la piel laxa a la vez que se logra una significativa mejoría del tono cutáneo.
En el caso del láser, se usa para eliminar porciones de piel capa por capa y así actúa en las más superficiales para que se vayan regenerando y lograr un estrato más suave y estirado. También se consigue reducir la aparición de arrugas y líneas finas. Se realiza con anestesia local y se obtiene un efecto de retracción de la piel y la reducción de la flacidez.
Alternativas al lifting
Por supuesto existen más alternativas, como hilos tensores, que concentran la formación de colágeno en la dirección de los hilos implantados. La técnica consiste en la colocación de unos finísimos hilos en distintos planos cutáneos. Dichos hilos forman una malla que provocará la retracción de la piel flácida, aumentando así su firmeza y aportando una mayor consistencia.
Como suele ocurrir cuando se persiguen los mejores resultados, estos tratamientos sencillos y no invasivos a menudo se aplican de manera combinada, siempre y cuando estén indicados por un profesional médico y se cumplan los tiempos requeridos entre los distintos procedimientos.