La uva verde un alimento para celebrar y para sanar
En diciembre, en España, el consumo de uva verde se dispara, impulsado sobre todo por la tradición de comer las 12 uvas al son de las campanadas de fin de año. Pero además de cumplir con una costumbre, el consumo de esta fruta aporta una serie de beneficios añadidos.
La uva ha tenido por mucho tiempo, al igual que los plátanos, fama de engordar, debido a que se decía que su valor calórico era relativamente alto debido a su elevado contenido en carbohidratos y azúcares. Sin embargo, debemos conocer bien sus propiedades y veremos que esta creencia no es cierta, pues la uva puede ser un gran alimento que además, puede ayudarnos a desintoxicar nuestro organismo.
Propiedades de la uva verde
La uva está compuesta por un 80% de agua y aporta alrededor de 70 calorías por cada 100 gramos, es decir, su densidad calórica es baja ya que aporta menos calorías en más volumen, así que contribuye a dar saciedad y a moderar la ingesta de alimentos.
Las uvas verdes tienen el beneficio de que se encuentran disponibles todo el año, son ricas en carbohidratos y bajas en grasas saturadas.
No tienen colesterol ni sodio, pero sí un montón de potasio y hierro, que ayudan en la reconstrucción de tejidos, mejoran el funcionamiento del corazón, estimulan la producción de células rojas y ayudan a la circulación del oxígeno en el cuerpo.
Además, las uvas verdes tienen catequinas y, como todas las uvas, resveratrol, dos potentes antioxidantes que nos protegen de los radicales libres y de diferentes enfermedades. El resveratrol es conocido sobre todo por actuar en contra del cáncer de colon y de próstata, el Alzheimer y las enfermedades coronarias.
Así pues, la uva es ideal para chicos y grandes, como postre o tentempié, y muy apropiada para variar nuestra alimentación y colaborar en los planes de adelgazamiento, ya que su sabor dulce y sus escasas calorías pueden calmar la ansiedad fácilmente sin incrementar el aporte calórico.
Como curiosidad, la tradición de tomar las doce uvas se remonta tan sólo a principios de nuestro siglo. La implantación de esta costumbre, que por cierto es exclusiva de nuestro país, no se debe a motivos religiosos o culturales, sino más bien a meros intereses económicos.
En la Nochevieja de 1909, los cosecheros, en un esfuerzo desesperado de imaginación, consiguieron desembarazarse del excedente de uvas de ese año inventando el rito de tomar las uvas de la suerte en la última noche del año.